Artículo de Opinión
El principal reto en el Perú es elevar los ingresos fiscales de tal forma que sea posible financiar un aumento del gasto corriente sin afectar la sostenibilidad fiscal.
En los últimos cinco años, el gasto corriente del gobierno general creció en 1.5 puntos porcentuales (pp) del PBI. Esto se debe principalmente a un mayor gasto en remuneraciones (equivalente a 1 pp del PBI) durante el período. Paralelamente, durante estos años los ingresos fiscales cayeron en 4.6 pp del PBI, por lo que el déficit fiscal fue creciendo hasta ubicarse en 3.1% del PBI en el 2017.
El gasto corriente es importante en sectores como educación, salud y seguridad, pues representa entre el 50% y 80% de sus presupuestos. Estos sectores cumplen un rol crítico en las reformas que el país necesita para mejorar el capital humano y la productividad de la economía.
Sin embargo, los incrementos en el gasto corriente deben implementarse con mucha precaución. Al ser relativamente rígidos, le restan flexibilidad al presupuesto público. Esta flexibilidad es necesaria sobre todo cuando los ingresos disminuyen y se requiere de ajustes fiscales para mantener en equilibrio las finanzas públicas.
En términos relativos el gasto corriente en el Perú es bajo para estándares internacionales. Entre el 2014 y el 2015, la mediana del gasto corriente —medida como porcentaje del PBI— fue 17% en la Alianza del Pacífico (sin considerar al Perú) y 38% en los países de la OCDE. En el Perú, el gasto corriente fue 16% del PBI en este periodo.
El bajo nivel relativo del gasto corriente en el Perú se debe al también bajo nivel de ingresos fiscales con los que se financia el gasto. Entre el 2014 y 2015, la mediana de los ingresos tributarios (sin contar recaudación para pagos de pensiones) fue 18% del PBI en la Alianza del Pacífico y 25% en la OCDE. En el Perú fue de tan sólo 16%.
Karl Melgarejo
Director (e) de Estudios Macrofiscales – Consejo Fiscal
Publicado en Semana Económica el 27 de abril de 2018